Jean Marie Johnson
A través del Yoga puede desarrollarse un equilibrio perfecto entre ambos lados del cuerpo. Todos empezamos con desequilibrios, favoreciendo un lado u otro. Cuando un lado es más activo, el activo debe convertirse en gurú del inactivo para conseguir que sea igualmente activo.
Debemos poner atención al lado más débil y proporcionarle más cuidados. Demostramos más interés en la mejora de un amigo torpe que por uno inteligente. Pues por la misma razón debemos mostrar hacia nosotros mismos esa compasión y cuidar del lado más débil del cuerpo mientras nos alegramos de los logros del lado activo.
La precisión en la acción llega cuando el desafío de un lado del cuerpo queda equilibrado por un contradesafío igual del otro lado. Eso enciende la luz del conocimiento. Es necesario mantener el equilibrio utilizando la inteligencia del cuerpo (tanto instinto como sensación y habilidad) pero no por la fuerza. Cuando se mantiene el equilibrio por la fuerza se trata de acción física; cuando se utiliza la inteligencia corporal, se trata de relajación en la acción.
La ecuanimidad es armonía, y solo se puede aprender a partir de esa ecuanimidad.
Extiende allá donde el cuerpo no esté en movimiento. Si transpiras de un lado, debes transpirar igualmente del otro. Cuando transpiras más de un lado es que no has utilizado la otra parte por completo. La transpiración debe ser uniforme pero no excesiva. Si el contacto entre el cuerpo y el suelo, la base, es buena en cada asana se ejecutará bien. Siempre hay que poner atención a la base, atento a la parte que está más cerca del suelo. Primero hay que corregir desde la raíz. Las posturas de pie tienen por objeto empezar a proporcionar esa base para la vida. Refuerzan tobillos y rodillas. Esas posturas enseñan como mantenerse derecho, de manera que el cerebro pueda flotar en su posición. Los pies son como la raíz de un árbol. Si uno no puede permanecer de pie de manera adecuada, desarrolla una actitud negativa frente a la vida, y el yoga que practica también se torna inestable. Cuando la estabilidad se convierte en un hábito, enseguida se manifiesta madurez y claridad. La estabilidad requiere equilibrio.
El equilibrio no significa meramente equilibrar el cuerpo. El equilibrio en el cuerpo es la base del equilibrio en la vida. Uno debe encontrar equilibrio en cualquier postura que esté, o en cualquier circunstancia que le presente la vida. El equilibrio es el estado del presente, el aquí y ahora. Si te equilibras en el presente estás viviendo en la eternidad. Cuando el intelecto está, estable no hay pasado ni futuro, sólo presente. No vivas en el futuro; sólo el presente es real. La mente te lleva constantemente al futuro, planeando, preocupándose e interrogándose. La memoria te lleva al pasado, cavila y se lamenta. Sólo el Sí.mismo te lleva al presente, porque lo divino solo puede experimentarse en el ahora.
Es necesario hallar la línea media en cada asana, de manera que la energía quede distribuida de forma adecuada. Cuando uno vacila, apartándose de la línea media, entonces se dirige hacia el pasado o el futuro. La ascensión vertical es el futuro; el descenso vertical es el pasado. La horizontalidad es el presente. El presente es el asana perfecta. Cuando creas apertura horizontal, el futuro y el pasado se encuentran en el presente. Por eso la extensión y la expansión dinámicas te permiten hallar el equilibrio y vivir de manera más plena en el presente mediante tu cuerpo. En asana hallamos equilibrio e integración en las tres dimensiones del espacio, pero también hallamos equilibrio e integración en la cuarta dimensión, la del tiempo.
Los
sabios de antaño dijeron que la clave de la vida era el equilibrio.
Equilibrio en todas las capas de nuestro Ser. ¿Pero qué se supone que
hemos de equilibrar? La respuesta radica en las tres cualidades de la
naturaleza, llamadas guna. Estas tres cualidades deben hallarse en
equilibrio en tu práctica de asana y en tu cuerpo, mente y alma. Puede
traducirse como solidez, dinamismo y luminosidad.
La esencia de la naturaleza son los cambios, una expresión y re expresión sin fin de ella misma. Es la causa de los gunas, las tres fuerzas complementarias emergiendo de la raíz de la naturaleza en el momento de la creación.
Comprender los gunas, esas fuerzas es importante para alcanzar el éxito de tu práctica de yogasana y en tu viaje interior hacia el Alma Universal.
Tan
pronto como se manifiesta la naturaleza, se mueven las tres fuerzas
complementarias. Son "tamas"(masa o inercia), "rajas"(dinamismo o
capacidad de vibrar) y sattva (luminosidad o la cualidad de luz).La esencia de la naturaleza son los cambios, una expresión y re expresión sin fin de ella misma. Es la causa de los gunas, las tres fuerzas complementarias emergiendo de la raíz de la naturaleza en el momento de la creación.
Comprender los gunas, esas fuerzas es importante para alcanzar el éxito de tu práctica de yogasana y en tu viaje interior hacia el Alma Universal.
En asana intentamos abordar la masa de nuestro cuerpo basto, romper las moléculas y dividirlas en atomos que permitan que nuestra vision profundice en el interior. Nuestro cuerpo se resiste. es terco. No se moverá ¿Porqué? porque en el cuerpo predomina tamas. Así debe ser. El cuerpo necesita masa, los huesos necesitan densidad, y los tendones y músculos necesitan solidez y firmeza. Es deseable tener la carne firme, no floja. La densidad ósea es una virtud, pero en el cerebro es un vicio. Ya hemos oído decir: "Es un cabeza dura". Porque en el cerebro y en el sistema nervioso debe predominar rajas (dinamismo y capacidad de vibrar) y la densidad es una desventaja.
Mientras que la mente es de naturaleza rápida, mercúrica y escurridiza, el cuerpo tiende a la pesadez, la inercia y la pereza. El exceso es molesto; un cuerpo excesivamente musculoso es como un coche muy grande con un motor pequeño; sólo logrará ser más lento. Y lo que es todavía peor: necesitará más energía para superar la inercia que para cobrar velocidad.
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